Durante más de setenta años, fue uno de los mayores enigmas de la antigüedad. El misterioso alfabeto con el que se escribieron fragmentos de los manuscritos de Qumrán resistió a sucesivas generaciones de científicos. Varias docenas de pequeños trozos de pergamino ennegrecidos y apenas legibles constituían todo el material de investigación. Muchos consideraban que descifrar este código era simplemente imposible. Emmanuel Oliveiro, de la Universidad de Groningen, decidió desafiar esta opinión consolidada. El investigador holandés se enfrentó a un enigma que durante décadas se había considerado irresoluble. Su trabajo, cuyos resultados se publicaron en la plataforma de investigación de la universidad holandesa, puede revelar cómo funcionaban las antiguas comunidades de escritores y qué papel desempeñaban en ellas los textos codificados.
¿Qué hacía que este código fuera tan difícil de descifrar?
El llamado Cryptic B es solo uno de los varios sistemas de escritura misteriosos descubiertos entre la gigantesca colección de unos 20 000 fragmentos de manuscritos de Qumrán . Mientras que su hermano mayor, marcado como A, ya fue descifrado en 1955, la versión más joven del alfabeto no se lo reveló a nadie. La magnitud del problema era abrumadora. Oliveiro solo disponía de 21 fragmentos microscópicos del rollo marcado como 4Q362. Algunos tenían apenas 9 milímetros de altura. Además, los expertos disponían de 10 fragmentos algo más grandes, pero también en pésimo estado, del rollo 4Q363. El número teórico de combinaciones para asignar los signos a las letras del alfabeto hebreo alcanzaba la astronómica cifra de aproximadamente 1,1 × 10²¹. El avance se produjo de una manera que el propio investigador describe como una repentina revelación. Al analizar uno de los fragmentos, Oliveiro vio una secuencia de cinco signos concretos. Algo en su disposición le resultó familiar y de repente se dio cuenta de que podía ser la palabra hebrea Yisrael (Israel). Esa fue la clave que abrió la puerta a todo el sistema.

El reconocimiento de una sola palabra desencadenó un efecto dominó. Gracias a la identificación de varias letras, el investigador pudo aplicar el método de análisis de patrones lingüísticos típicos de los textos hebreos. Todo el proceso de descifrado le llevó sorprendentemente poco tiempo, unos dos meses, aunque hay que tener en cuenta que este trabajo se basaba en estudios previos de muchos años sobre los rollos. Sin embargo, no todo se pudo resolver. El estado de conservación de los manuscritos es tan malo que cinco de las veintidós letras (es decir, casi una cuarta parte del alfabeto) siguen sin identificarse con claridad debido a su escasa presencia.
¿Qué ocultaban los rollos cifrados?
El contenido de los fragmentos descifrados resultó centrarse en temas conocidos de otros escritos de Qumrán. Aparecen temas escatológicos, relacionados con el fin de los tiempos, y motivos bíblicos. Oliveiro identificó palabras como Juda, abandonará o las tiendas de Jacob. Los textos no son copias literales de fragmentos de la Biblia, sino más bien un reflejo de ellos, utilizando idiomas y estructuras característicos de esta comunidad. También aparecen referencias numéricas, probablemente relacionadas con el calendario o con fechas concretas.
Christopher Rollston, profesor de la Universidad George Washington y reconocido experto en escritos antiguos, considera que la metodología de Oliveiro es fiable y se basa en técnicas probadas. Al mismo tiempo, señala una dificultad fundamental: la verificación completa del descubrimiento es prácticamente imposible. La razón es simple: simplemente no se ha conservado suficiente texto escrito en Cryptic B para llevar a cabo un análisis independiente y repetible.
Prestigio en lugar de misterio. Por eso se utilizaban códigos
¿Por qué se crearon sistemas de escritura tan complicados? Contrariamente a lo que podría parecer, lo más probable es que no se tratara de ocultar conocimientos secretos a personas ajenas. Entre los especialistas existe consenso en que el cifrado, en el sentido moderno de la palabra, no era el objetivo principal. Oliveiro se inclina por la interpretación de que el uso de la escritura criptográfica confería prestigio a los textos. La capacidad de leer un manuscrito de este tipo era un signo de pertenencia a una élite intelectual y religiosa muy selecta dentro de la comunidad jerárquica de Qumrán.
Esta teoría explica bien cierta irregularidad de la escritura en los fragmentos conservados. No parecen ejercicios de alumnos, sino más bien obras de escribas experimentados, escritas quizá con prisa o para uso interno. Curiosamente, Cryptic B no es la última escritura sin resolver de esta colección. Otros investigadores ya han identificado, por ejemplo, la llamada Cryptic C, que resultó ser una cursiva paleohebrea que describe las incursiones en el Templo de Jerusalén.